domingo, 11 de mayo de 2014

UGARTE Y LA SABIDURÍA POLÍTICA DEL PUEBLO





“Los pueblos de nuestra América son, en general, más clarividentes que los grupos que pretenden conducirlos. Sienten las exigencias nacionales desde el punto de vista internacional y se revelan contra la enajenación sistemática que los coloca, en la propia tierra, en la situación de auxiliares, al servicio de otras fuerzas. Lo que algunas veces se ha hecho pasar como protesta de la ‘barbarie’ contra la ‘civilización’ no ha sido, la mayor parte de las veces, más que el grito angustioso de un nacionalismo sacrificado. La reacción n o era en favor del atraso sino en contra de las abdicaciones que nos llevan a imprimir direcciones falsas  a la política exterior o al desarrollo  nacional, interpretando como una victoria el resplandor engañoso de las prerrogativas que entregamos: La juventud, el pueblo, las energías sanas, tienen un misterioso  instinto que las orientan. No es fuerza que las guíen, no necesitan razonar siquiera: ignoran de dónde viene la luz… pero ven".

Manuel Ugarte
En “El destino de un Continente”, 1923

REVISION HISTÓRICA

“Las ciudades de las costas establecieron su dominación sobre los pueblos del interior, como la gente acomodada había impuesto la suya sobre los pobres. Los países se organizaron de manera antidemocrática y las insurrecciones, las montoneras y los disturbios que estallaron constantemente en las provincias, no fueron a veces más que protestas ineficaces y borrosas contra el centralismo y la absorción que debía dar lugar más tarde al desarrollo desproporcionado y anormal de algunas capitales sudamericanas… Los mestizos engrosaron los primeros escuadrones de la independencia, y después de vencer a la metrópoli dieron su sangre a Artigas, Ramírez o Quiroga para mantener en jaque a la tiranía de los puertos y al espíritu absorbente de sus representantes.

Deduciendo sin pasión, leyendo la vida a través de los comentarios que la adulteran o la violan, caemos fácilmente  en la cuenta de que Rosas y Artigas, hombres apasionados y violentos, no hubieran levantado tanta resistencia en una época que precisamente pertenecía a los hombres violentos y apasionados, si no hubieran vivido en lucha con las pequeñas oligarquías locales. Dueñas éstas de los medios de publicidad e inspiradoras de los pocos que por aquel tiempo podían servirse eficazmente de una pluma, se defendieron con entusiasmo, y los dictadores  rojos tuvieron que sucumbir ante el ataque… Pero esos gauchos bravos que habían nacido en momentos en que Europa ardía en la llama de la Revolución y a medio siglo de distancia, con las modificaciones fundamentales que imponía la atmósfera, sintetizaban, de una manera confusa en el Nuevo Mundo, el esfuerzo de los de abajo contra los de arriba. No eran instrumentos de la barbarie. Eran productos de una democracia tumultuosa en pugna con los grupos directores”

Manuel Ugarte
En “El porvenir de la América Española”, 1910

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