lunes, 28 de octubre de 2013

Aló Presidente #239 Estrategia política magistral de Kirchner y Chávez enterraron el Alca (5 Vídeos), por Diario Ojo Pelao del 28-10-13



En IV Cumbre de Mar del Plata, Argentina, 2005
Líder de la Revolución argentina Néstor Kirchner alzó la voz de los pueblos de América Latina / Alba propició la integración a ciudadanos de países suramericanos
Caracas, 27 de octubre de 2013.- Durante el Aló Presidente número 239 conducido por el Gigante de Nuestramérica, Hugo Chávez, se mostró la fortaleza del liderazgo generado en los países del Sur.

El Líder de la Revolución argentina Néstor Kirchner alzó la voz de los pueblos de América Latina, ante las políticas que intentó establecer el neoliberalismo en el contexto mundial.

El epicentro, la IV Cumbre de las Américas, realizada en Mar del Plata, Argentina. Allí quedó enterrada la propuesta que trataba de imponer Estados Unidos a través del proyecto Área de Libre Comercio de las Américas (Alca), ante un modelo integrador, de unión regional que año tras año fue cobrando fuerza en las naciones del Sur, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblo (Alba- TCP).

Hugo Chávez y Néstor Kirchner con sus planes y estrategias políticas, derrotaron al “imperio Yanqui”, propiciando a los ciudadanos de los países suramericanos, el buen vivir y la integración, respetando las asimetrías regionales entre las naciones. JLR. VTV


(Video) Aló Presidente #239 Estrategia… por IVANGARCIAZAMA

(Video) Aló Presidente #239 Estrategia política… por IVANGARCIAZAMA

(Video) AlóPresidente #239 Estrategia política… por IVANGARCIAZAMA

(Video) Aló Presidente #239 Estrategia política… por IVANGARCIAZAMA

(Video) Aló Presidente #239 Estrategia política… por IVANGARCIAZAMA

domingo, 6 de octubre de 2013

MARCOS ROITMAN ROSENMANN: "Para dar un golpe ya no se necesitan ejércitos", entrevista por Javier Borelli para "Tiempo Argentino" del 06-10-13.

MARCOS ROITMAN ROSENMANN, AUTOR DE TIEMPOS DE OSCURIDAD. HISTORIA DE LOS GOLPES EN AMÉRICA LATINA

"Para dar un golpe ya no se necesitan ejércitos"

El sociólogo y analista político explica los métodos que impuso la globalización para provocar quiebres institucionales. El concepto de complicidad civil y las nuevas formas de la represión. De la Escuela de las Américas a las actuales calificadoras de riesgo. 





 Los enemigos están entre nosotros, señaló Fidel Castro durante su viaje a Chile en 1971. A unos metros de él lo escuchaba el edecán militar designado a su visita, un tal Augusto Pinochet. El recuerdo es traído al presente por Marcos Roitman Rosenmann en su libro de reciente publicación Tiempos de oscuridad. Historia de los golpes de Estado en América Latina. Es que esa advertencia no ha perdido actualidad para el doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, quien sin embargo destaca que la metodología empleada para producir quiebres institucionales ha cambiado. Ya no son las fuerzas armadas las protagonistas, sino los organismos internacionales, los bancos o las "troikas", que no necesitan empuñar un arma o disparar un tiro. 
"Detrás de la llamada ideología de la globalización, existe otra manera de dar los golpes de Estado. No necesitamos ejércitos. Tras la Segunda Guerra Mundial, los dictadores fueron eliminados bajo el criterio de nuevas formas de ejercicio del poder político. Estados Unidos necesitó, incluso en Latinoamérica post revolución cubana, la Alianza para el Progreso y construir regímenes formalmente democráticos para enfrentar las reformas agrarias, los cambios políticos nacionales, antioligárquicos, antiimperialistas, socialistas y anticapitalistas", explica el autor chileno cuya biografía está marcada por los regímenes autoritarios. 
Roitman Rosenmann nació en Santiago de Chile en 1955. Comenzó a militar a los trece años y seis más tarde, en 1974, voló a Madrid escapándose del pinochetismo y completando el viaje que su padrastro había iniciado un tiempo atrás, cuando aquel republicano español decidió exiliarse en el angosto país sudamericano lejos del alcance del dictador ibérico Francisco Franco. El Generalísimo seguía en el poder cuando él llegó a España con 19 años y algunas materias de la carrera de Ingeniería aprobadas. Ya no volvería a radicarse a su país natal, pero seguiría con atención todo lo sucedido allí en los 17 años de dictadura y en el resto de la región latinoamericana, haciendo de esa historia su objeto de estudio.  
–En su libro repasa los golpes de Estado en la región y concluye que marchan juntos con el anticomunismo en la historia. ¿Cómo se evidencia esta característica?
–El anticomunismo está presente en los golpes antes de la Revolución Rusa. Es decir, antes de la constitución de la Unión Soviética. La mayoría de las socialdemocracias europeas tienen en común su flagrante anticomunismo. Pero ese anticomunismo era gelatinoso, difuso. No se concentraba en aspectos esenciales de una ideología consistente, sino que era más bien utilizado de una manera maniquea y arbitraria, pero creo que más bien inconsistente. Era, en cierta medida, una herramienta de trabajo. Se atacaba al partido comunista pero no solo a él, también al movimiento obrero, el sindicalismo clasista. Por eso, en realidad, yo planteo que el ataque está dirigido al socialismo-marxista, que me parece más riguroso que el marxismo-leninismo. A partir de la Segunda Guerra Mundial cambia absolutamente el concepto. Aparece un anticomunismo consistente. Porque aparece reflejado como enemigo interno en la necesidad de la agresión. Ese elemento gelatinoso se vuelve ya antisubversión. Se vuelve guerra contrainsurgente. Leyes de "defensa de la democracia" articuladas con la declaración de ilegalidad del Partido Comunista. Es decir que el anticomunismo aparece expresado de varias maneras y el comunismo aparece como un obstáculo a la construcción de un mundo libre.
–Y a la vez postula que las Fuerzas Armadas no accionan en soledad sino que forman parte de una alianza de clases que llevan adelante los golpes de Estado…
–Un golpe de Estado es una técnica de toma del poder. Es el ejercicio de un sector político que es desbancado y que quiere retomar la dinámica del poder. Suele estar a cargo de las instituciones del Estado. Entonces, ¿qué institución hegemónica en el siglo veinte con capacidad de lograr obediencia, controlar el territorio y tener las armas puede hacerse como instrumento del golpe de Estado? Las Fuerzas Armadas, que de la misma manera estuvieron vinculadas a partir de la Segunda Guerra Mundial a la construcción ideológica de los EE UU. Porque allí se formaron, de allí recibieron los fondos y la tecnología. Es la famosa Escuela de las Américas. Pero para eso tiene que haber una dinámica, que podríamos llamar la cocina política, donde el poder civil –que incluye a los partidos políticos de la derecha, los terratenientes, los industriales, el capital financiero, las grandes empresas multinacionales de la época– tuviera miedo de aquellas reformas que les quitaban el poder. Por todo esto puede verse que las Fuerzas Armadas no actuaron de la misma manera que los ejércitos en la época oligárquica. Los nuevos golpes militares tenían otra doctrina. El concepto geopolítico del Estado como cuerpo vivo atacado por aquellos elementos que quieren disolver la familia, la identidad nacional, introducir valores exógenos, contrarios a la patria, a la nación. Era un discurso genérico que se articuló justamente al anticomunismo. Ahí apareció la guerra psicológica, económica, política, la informática. Aquellos elementos que fueron construyendo los ejes para que el ejército actuara. Porque el ejército fue preparado para actuar cuando le dieran la orden.
–En los últimos años este planteo ha cobrado más fuerza en las sociedades latinoamericanas que cuestionan, y hasta promueven juicios, contra los "cómplices civiles" de las dictaduras.
–Cómplice no es el que actúa sino el que otorga. Por eso, yo no diría cómplices, sino partícipes de los golpes. Hay una frase de Jorge Rafael Videla, una vez preso, en la que dice que había empresarios que le decían que se había quedado corto con los que había matado… Entonces, esos son los responsables desde el punto de vista ideológico-político, en el ámbito de los partidos, empresarios y clase dominante que articularon, solventaron y armaron el golpe. Ahí no hay complicidad, son socios necesarios. 
–En los golpes de Estado que usted releva muestra a Estados Unidos como principal "organizador" de estas intervenciones. En las nuevas modalidades de golpe que usted llama "de guante blanco", ¿cree que mantiene ese rol?
–Simplemente hay que ver cuáles son las agencias de calificación de riesgo: estadounidenses. Lo que cambia es la forma, pero en el fondo EE UU sigue manteniendo la hegemonía. Cambia el mecanismo de ejercicio de esa hegemonía, por eso las Fuerzas Armadas pueden irse a los cuarteles. Porque otros realizan los golpes de Estado. En Chile se intentó un golpe de Estado de guante blanco contra Salvador Allende, juntando los dos tercios del Parlamento para destituirlo. Ese mecanismo tardó más de treinta años en producirse y ocurrió en Honduras en 2009. También con Fernando Lugo en Paraguay, en 2012. Pero ese siempre fue el objetivo, lo que pasa es que hubo un punto de inflexión que fue la Guerra Fría. Cuando acaba, Estados Unidos necesita otra forma de ejercicio de dominación porque el enemigo que los ataca, el comunismo, supuestamente ha sido derrotado. Curiosamente, entonces viene la primera invasión a Irak, en 1990. Y eso significa una concepción de los inicios del unilateralismo en el ámbito de que EE UU va a plantear, desde mi punto de vista, una tercera guerra mundial. Porque las guerras mundiales reconstruyen los órdenes. Tras la Segunda Guerra surgieron las Naciones Unidas, tras la primera guerra de Irak y luego con el atentado a las torres gemelas se produce otro cambio absoluto, que no quiere decir que EE UU haya perdido. Al contrario, EE UU tiene la hegemonía cultural y económica. Porque para el capitalismo no hay crisis. La crisis es para nosotros. Porque nosotros estamos viviendo en condiciones de esclavitud, nuestros jóvenes tienen el 70% de desempleo. Al capitalismo no le preocupa eso. No tiene límites para la explotación salvaje del mundo. Y EE UU opera en esa dinámica. 
–Sin embargo, han surgido en América Latina gobiernos que han salido a denunciar el dominio estadounidense y a tratar de marcar límites...
–Por eso los golpes de Estado no han desaparecido. En Venezuela, Ecuador y Bolivia, por ejemplo, ha habido intentonas de golpes de Estado. No hace falta que el ejército actúe de manera irracional. Ahora hay una represión selectiva. No es un tanque en la calle, ni la toma de un palacio o el bombardeo de La Moneda. El capitalismo va por otra dinámica: la lógica de los grandes multinacionales de la soja, el uso del Amazonas, las dinámicas de Pascua Lama con las nuevas materias primas. Todas cosas en las que no les importa nada el poder formal, porque se ha perdido la centralidad de la política. El presidente de un Parlamento no decide nada.
–Entonces, ¿quienes estén en la presidencia de los países no tienen herramientas para contrarrestar estos avances?
–Claro. Tiene que ver con el concepto de hemisferio y de autonomía militar. Las fuerzas armadas perdieron el concepto de autonomía. Hoy no necesitamos estado militar, sino un estado de seguridad establecido en términos de la lucha antiterrorista, del control social, y para eso basta con las videocámaras en los centros comerciales, los subtes, el teatro, el cine, el Facebook, las redes. Evidentemente, es otra manera más perfecta de controlarnos que asustarnos directamente con los militares en las calles.
–¿Y cómo se puede prevenir o cómo se puede formar una respuesta eficaz a estos golpes de guante blanco?
–Esa es la pregunta del millón. No creo que se pueda prever. Nadie previó tampoco el triunfo de la Revolución Cubana más allá de la contingencia, tampoco el golpe del 11 de septiembre del '73, ni el del '76 o el '66 en Argentina. Lo que hay que hacer es estar preparado y alerta en la construcción de una sociedad civil y democrática. Una sociedad que construye democracia, participación, ciudadanía, que expresa mecanismos de control institucional a través del hecho republicano no va a estar sometida a golpes de Estado desde esa tensión. Es más, si está sometida los va a poder revertir. Como pasó en Venezuela en 2002. Si la sociedad venezolana no hubiese sido democrática, ese golpe hubiese triunfado. Porque la gente salió a la calle a defender su gobierno, los elementos democráticos. Y eso generó miedo en quienes secuestraron a Chávez. Si Argentina tiene una organización institucional democrática en el ámbito del diálogo y las organizaciones populares, las posibilidades de un golpe de Estado son mínimas. 
–¿Y cuáles son los indicios de que se está en el mal camino?
–Cuando se subvierte el orden ciudadano democrático, como pasó en Chile en el '73, las posibilidades de éxito del golpe son muchas. Ahí está la lógica de la trama civil. Lo que pasó en Chile fue que se deslegitimó el orden político para justificar la acción de las Fuerzas Armadas. Se generó un Estado negro, la desestabilización, los atentados terroristas, se actuó contra el comandante del Ejército Carlos Prats para que renunciara. Porque en las Fuerzas Armadas hubo mayor tortura y represión en términos cualitativos después del 11 de septiembre. Son las cosas que no se saben. Tenientes, coroneles, capitanes, que se opusieron al golpe. Pinochet tuvo que cambiar las ordenanzas militares, si no el golpe no se producía. Hoy los militares se pueden ir a los cuarteles porque el orden no depende de ellos. Su papel es otro. El control territorial, la lucha contra el narcotráfico, etc. Porque quienes defienden la lógica de funcionamiento de los Estados hoy son las trasnacionales.  «
"Chile vende una imagen"
La salida del libro de Marcos RoitmanRosenmann coincidió con el aniversario por los 40 años del golpe en Chile. La fecha redonda, como suele suceder en todos los países, puso al aniversario en la cima de la agenda política y motivó tanto nuevos actos de homenaje a las víctimas como declaraciones de las actuales figuras políticas. Sin embargo, la situación no despertó mucha expectativa en el sociólogo chileno.
“El problema es que es un lavado de cara del estilo de lo que aquí se conoce como la teoría de los dos demonios. Porque plantean que los asesinados por la dictadura también querían matar. Entonces hay un reconocimiento espurio y bastardo, porque no se termina reconociendo realmente el asesinato, muerte y tortura y el haber sido copartícipe de la ruptura del orden constitucional. Se dice sólo que se cometieron excesos y el lenguaje es muy importante en esto”, señala. “Yo creo que no hay realmente una voluntad política de hacer justicia y reparación. Sino un intento de cerrar páginas. Si bien el pecado original fue la sangre, de alguna manera esto se ha redimido con el éxito económico. Entonces para que abrir una herida cuando todos estamos de acuerdo que gracias a la dictadura Chile está en el primer mundo”.
–Usted ha planteado que eso forma parte de un mito que ha sido muy dañino para Chile.
–Claro, si Chile es el segundo o tercer país en desigualdad de América Latina. Se habla del cobre chileno cuando más de la mitad de las nuevas minas están en manos de trasnacionales. Chile vende una imagen, la marca Chile que consiste en decir que tiene más de 70 tratados de libre comercio, que está en la OCDE y por tanto es un país desarrollado, que hizo una transición modélica, que salió adelante. La gente ha comprado eso. 
–Por eso plantea que los objetivos del golpe en Chile se cumplieron.
––Claro, porque ellos refundaron el orden y construyeron un nuevo tipo de chileno. Hicieron el paso del ciudadano al consumidor. Eso significa el abandono de la democracia política en función de lo que es la economía de mercado. Eso implica un proceso que Pinochet llamó: “Yo no tengo plazos, tengo metas”. Los que se opusieron al proyecto en principio luego lo asumieron como programa propio, como pasó con la Concertación. Es lo que le permitióa la dictadura consolidar el proyecto político. Por eso hay continuidad.
Publicado en:


GUAYAQUIL: La cumbre que definió a América, por Julio Fernández Baraibar (para "Miradas al Sur" del 01-09-13)

Año 6. Edición número 276. Domingo 1 de Septiembre de 2013
Un colombiano encontró en el Archivo Nacional del Ecuador una carta que relata el encuentro de Bolívar con San Martín en Guayaquil, y pone fin a dos siglos de mitos y polémicas.
Qué sería de la Historia sin el azar? Es la pregunta que hoy se hace Armando Martínez, profesor de la Universidad Industrial de Santander (UIS), que hace unas semanas encontró en el Archivo Nacional del Ecuador, en Quito, una carta que prácticamente pone fin a dos siglos de polémicas, especulaciones, debates, estudios, tesis, ensayos, cuentos y novelas en torno de lo que se dijeron en su encuentro secreto en Guayaquil el libertador Simón Bolívar y el emancipador de Argentina, Chile y Perú, José de San Martín.
Estos dos gigantes se entrevistaron en Guayaquil el 26 de julio de 1822, y después de tres días de conversaciones el rumbo de sus vidas cambió y, con ellas, una parte de la historia de Suramérica.
Mucho se especuló acerca de por qué Guayaquil se sumó a Colombia y no se constituyó en una nueva nación, como quería la mayoría de sus habitantes; por qué San Martín renunció a seguir adelante a liberar el Alto Perú, hoy Bolivia, y consagrarse así como el gran libertador y prócer de América, ni las razones que movieron a Bolívar a asumir esta tarea y a llevar a sus ejércitos hasta los confines del mundo hispanoamericano, algo que no estaba dentro de sus planes.
Con esto llevó a Colombia a mantener y financiar la guerra contra los españoles dos años más. Los historiadores consideraron siempre que los dos se llevaron a la tumba los secretos de la entrevista de Guayaquil, que con los años se convirtió en el mayor misterio de la historia de la independencia de esta parte del mundo.
Pues bien, el profesor Martínez acaba de develar ese enigma, pues la carta que encontró era la pieza que faltaba. El docente, doctor en Historia de la UIS, tiene un historial brillante: ha replanteado buena parte de la historia de los Santanderes y de la revolución neogranadina de 1810, y descubrió una nueva copia del poema “Delirio en el Chimborazo”, que ratifica que Bolívar lo escribió.
Martínez estaba en Ecuador recopilando información para su tesis de postdoctorado sobre el fracaso de la primera República de Colombia (1819-1830). Al pedir la caja 595 del fondo Presidencia de Quito, que sólo parecía contener las órdenes y documentos de Manuel José Restrepo, se encontró que en medio de los extensos volúmenes había dos tomos de documentos del general José Gabriel Pérez, secretario general de Simón Bolívar en la campaña del sur.
Al examinarlos se encontró con una copia de la carta confidencial fechada el 29 de julio de 1822 en la que éste le hace al general Antonio Sucre, entonces intendente de Quito, un resumen del encuentro por petición de Bolívar.
Como es claro que en esa época no había papel carbón ni imprentas manuales, la única forma de llevar un control de la correspondencia que se enviaba era transcribirla literalmente en el libro copiador del secretario, el mismo que se encontraba desde mediados de 1970 guardado pero mal clasificado en el Archivo del Ecuador.
El hallazgo ha causado tanta sorpresa entre los historiadores que la propia revista ecuatoriana de historia Procesos decidió detener la impresión de su número semestral, que ya estaba prácticamente listo, para publicar esta chiva histórica, algo insólito en este tipo de publicaciones.
La carta de Pérez ya era conocida desde finales del siglo XIX pues el historiador chileno Diego Barros Arana la menciona diciendo: "La carta de 29 de agosto de 1822 en que San Martín anunciando a Bolívar su resolución de abandonar el Perú, se refiere a la reciente conferencia de Guayaquil, es sin disputa el documento capital que nos queda sobre ella; y si bien no basta para darla a conocer en todos sus incidentes, suministra bastante luz para formarse una idea clara de los asuntos que allí se trataron y de su resultado final. Obligado a guardar una reserva absoluta sobre este negocio, no tanto por el compromiso contraído por Bolívar, cuanto por el interés de la causa americana, San Martín se abstuvo durante veinte años de hablar de estos negocios".
Pero como lo manifestó Martínez a Semana, la importancia de su logro no radica en haber descubierto una fuente inédita y nunca antes vista sino en haber hecho un "redescubrimiento de la fuente original", que reabre un debate olvidado para la inmensa mayoría, un misterio que les sirvió a grandes escritores como Jorge Luis Borges o Ernesto Sábato para escribir sobre este tema nunca cerrado para la Historia.
La reunión. Tras liberar Venezuela y la Nueva Granada, el general Antonio José de Sucre, comandante en jefe de la División Sur del Ejército colombiano, llegó en 1821 a Guayaquil, que había declarado su independencia, con las órdenes expresas de Simón Bolívar de lanzar desde allí la liberación de Quito.
Tras una primera derrota, en 1822 Sucre recibió el apoyo de 1.200 hombres del ejército patriota peruano enviado por San Martín. Luego de casi cuatro meses de travesía, Sucre y su ejército llegaron a la falda del volcán Pichincha, en donde salieron victoriosos el 24 de mayo de 1822.
Una vez liberada la Real Audiencia de Quito, la única forma de derrotar a los españoles era ir hasta el Alto Perú, pero en Lima estaba el general San Martín, quien había liberado a Argentina y Chile y, tras armar durante dos años a un ejército y librar importantes batallas, había entrado victorioso a la capital del antiguo Virreinato del Perú, mientras los españoles huían a Cuzco. El 28 de julio de 1821, ante una multitud en la Plaza de Armas, declaró la Independencia y fue nombrado Protector del Perú.
Además de este obstáculo había uno mayor: definir la forma de gobierno de Perú, lo que produjo un desencuentro político. Estos dos asuntos, entre otros, llevaron a los dos grandes generales a buscar encontrarse personalmente. Hasta ese momento, todos los testigos esperaban que San Martín terminara su campaña para liberar Perú, pero tras el encuentro con Bolívar en Guayaquil, decidió dar un paso a un lado, renunciar a todos sus honores y viajar a Europa, donde murió.
Un resultado tan inesperado hizo que los relatos sobre la reunión sirvieran para elaborar perfiles acomodaticios de las personalidades de Bolívar y San Martín, que varían significativamente según la nacionalidad del autor. De hecho, en Argentina tanto historiadores como políticos y literatos construyeron un relato en el que San Martín fue un hombre noble y desinteresado que dejó en manos de un Bolívar ambicioso y prepotente la independencia de Perú.
Esta versión de la cita de Guayaquil se basa en parte en el relato del edecán del protector del Perú, el coronel Rufino Guido, quien afirmó haber escuchado al general San Martín decir después de la entrevista: "¿Qué les parece a ustedes cómo nos ha ganado de mano el libertador Simón Bolívar?". Y además, y principalmente, en una carta apócrifa supuestamente enviada por San Martín a Bolívar y transcripta por el marino francés Gabriel Lafond de Lurcy –miembro de la armada peruana durante la independencia– en su libro Voyages autour du monde et naufrages célèbres.
El problema es que el original no se ha encontrado en los archivos, ni siquiera en los de Bolívar. Pero si no existe el manuscrito, ¿cómo fue posible que LaFond lograra transcribirla? Según su versión, él le pidió a San Martín documentos para escribir la verdad sobre la reunión de Guayaquil, y ése sería el origen de la famosa carta.
La misiva, fechada el 29 de agosto de 1822 en Lima, afirma que Bolívar supuestamente se negó a asumir el comando de las tropas patriotas con la colaboración de San Martín. Ante esta situación, el Protector del Perú en forma altruista le habría dicho al Libertador que una vez convocado el primer congreso de Perú se retiraría a Chile, "convencido de que mi presencia es el solo obstáculo que le impide a Usted venir al Perú con el ejército de su mando".
El texto también afirma que lamentó no haber terminado "la guerra de la independencia bajo las órdenes de un general a quien la América debe su libertad", lo que le hubiera causado una de las mayores felicidades de su vida.
A partir de esta carta los historiadores e intelectuales más afamados de la Argentina del siglo XIX difundieron un relato en el que, con la intención de exaltar la nacionalidad y el patriotismo propios, se ensalzaba la imagen de San Martín en desmedro de la de Bolívar. El primero de ellos fue el escritor y presidente argentino Domingo Faustino Sarmiento, quien además de basarse en unas conversaciones que tuvo con San Martín, utilizó la carta de LaFond de Lurcy para escribir el discurso que pronunció en el Instituto Histórico de Francia, el 1º de julio de 1847.
En éste retrata a Bolívar como un hombre ambicioso de gloria y de poder frente a un San Martín noble, capaz de ponerse a las órdenes del Libertador. Afirma que el bonaersense, para solucionar las dificultades entre ambos, le dijo: "Y bien, general, yo combatiré bajo sus órdenes. No hay rivales para mí cuando se trata de la independencia americana. Esté usted seguro, general, venga al Perú; cuente con mi sincera cooperación; seré su segundo".
En su libro Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana, el historiador y también presidente argentino Bartolomé Mitre hizo eco de las interpretaciones de LaFond y Sarmiento. Y así, durante buena parte de la primera mitad del siglo XX, la versión argentina dominó el panorama cultural latinoamericano, hasta que en 1952 el historiador venezolano Vicente Lacuna publicó su libro La entrevista de Guayaquil: El restablecimiento de la verdad histórica, en el que publicaba la carta del secretario Pérez con el propósito de restablecer la verdad de lo sucedido y defender la imagen vilipendiada del prócer venezolano.
En vista de que Lacuna no pudo mostrar la carta, la Academia de Historia de Argentina se trenzó en una guerra a muerte con sus colegas venezolanos. Hasta el gran Jorge Luis Borges, apasionado de los enigmas y documentos perdidos, decidió escribir en El informe de Brodie un cuento titulado “Guayaquil”, que recrea, a raíz del descubrimiento ficticio de varias cartas del Libertador, los pormenores de la entrevista del puerto del Guayas.
El protagonista, quien ve los documentos, dice sobre la decisión de San Martín de renunciar a la gloria: "Las explicaciones son tantas... algunos conjeturan que San Martín cayó en una celada; otros, como Sarmiento, que era un militar europeo extraviado en un continente que nunca comprendió; otros, por lo general argentinos, le atribuyen un acto de abnegación; otros de fatiga. Hay quienes hablan de la orden secreta de no sé qué logia masónica".
Incluso en marzo de este año el periodista colombiano Mauricio Vargas publicó su novela Ahí le dejo la gloria, en la que recrea lo que se dijeron, en medio de un ambiente de conspiración y traiciones, los dos grandes libertadores de Suramérica. Una de las virtudes de esta novela es que incorpora al texto la carta publicada por Lecuna en 1952.
La carta. Al contrario de todo lo dicho, la carta de Pérez muestra que el encuentro entre San Martín y Bolívar fue cordial. De igual manera la reunión no giró en torno de si Guayaquil debía ser independiente o anexarse a Colombia, sino al futuro de Perú. De hecho, el viejo general austral sabía que Bolívar y sus tropas habían ya resuelto esta discusión a su favor.
La otra sorpresa de la carta enviada a Sucre está en que los dos libertadores estuvieron en desacuerdo sobre el tipo de gobierno que debía regir en el Perú independiente. San Martín, según Pérez, se quejó "mucho del mando y sobre todo de sus compañeros de armas que últimamente lo habían abandonado en Lima.
Aseguró que iba a retirarse a Mendoza; que había dejado un pliego anexo para que lo presentasen al Congreso renunciando al Protectorado (de Lima) y que también renunciaría a la reelección que contaba se haría en él; que luego de ganar la primera victoria se retiraría del mando militar sin esperar a ver el término de la guerra; pero añadió que antes de retirarse pensaba dejar bien puestas las bases del gobierno, que no debía ser democrático porque en el Perú no conviene y dijo que debería venir de Europa un príncipe solo y aislado a mandar".
Bolívar se opuso y dijo que ni a América ni a Colombia le convenía introducir príncipes europeos, que eran ajenos a las masas y que se opondría a ello, salvo que el pueblo decidiera algo así. Frente a esta oposición y a la defensa que Bolívar hizo de la democracia y del Congreso de Angostura, San Martín dijo que el principado podría venir después.
San Martín elogió la idea de crear la Federación de los Estados Americanos, que Chile no tendría problema en entrar, pero sí Buenos Aires, y se ofreció a tramitar un arreglo de límites entre Colombia y Perú. Al final, tras ofrecer toda su ayuda en espera que Colombia hiciera lo mismo con Perú, el Protector dejó en claro que la reunión fue una visita sin carácter oficial y sin ningún objeto político y militar.
Tras su encuentro, a Bolívar le quedó claro que San Martín no tenía ni las fuerzas ni el apoyo militar para asumir la victoria final sobre los españoles, que tenían una fuerza importante en el virreinato más rico y contaban con una aristocracia poco afecta a las ideas republicanas. Como había que neutralizar esta amenaza, Bolívar decidió reclutar 4.000 nuevos hombres que se unieron al Ejército de 5.000 veteranos que había llevado, para ir al Alto Perú. Dos años después, y tras varias batallas, las de Ayacucho y Tumulsa pusieron fin a la guerra contra los españoles.
"La carta confirma la sospecha que existió siempre acerca de la posición monarquista de San Martín, algo que no era extraño si se tiene en cuenta el fracaso de los primeros años de la experiencia democrática en Argentina. Incluso Brasil y México decidieron experimentar el camino monárquico constitucional", dice Martínez.
La campaña del sur, al contrario de lo que se podría pensar, dejó más problemas que réditos. La Nueva Granada, Venezuela y las provincias del actual Ecuador tuvieron que financiarla a un alto precio para sus economías, lo que tuvo un precio para su estabilidad política. De hecho, la deuda de guerra causaría tensiones, enemistades y conflictos futuros entre Perú y Ecuador.
Lo paradójico de todo esto es que Bolívar promovería en Bolivia una constitución cesarista y permitiría que algunos de sus ministros hicieran gestiones preliminares para traer un príncipe francés para que gobernara a Colombia. Y que la gloria que supuestamente alcanzaría a liberar a la América hispana no fue mucha, pues al final de sus años terminó rechazado por los países que liberó.
En medio de todo lo que se ha escrito y especulado sobre lo sucedido en la entrevista de Guayaquil, la carta deja en claro, para decepción de los argentinos, y posiblemente para alegría de bolivaristas, que la expulsión de los españoles de Perú era para Bolívar, más que una cuestión de orgullo y de ansias de poder, un asunto de urgente estrategia militar. Porque la independencia que había logrado para Caracas, Nueva Granada y Quito estaba menos que asegurada.

Publicado en:
 http://sur.infonews.com/notas/la-cumbre-que-definio-america

Más información en:

 Entrevista. Armando Martínez Garnica
http://sur.infonews.com/notas/ecos-de-los-nuevos-documentos

 Entrevista. Santiago Cabrera. Profesor de Andina Simón Bolívar
 http://sur.infonews.com/notas/el-abrazo-de-guayaquil-ii

jueves, 3 de octubre de 2013

ANUNCIAN VIAJE DE EVO A LA ARGENTINA, por "Los Tiempos" y "EFE" del 3-10-13


El presidente de Bolivia, Evo Morales saluda a la presidente de Argentina, Cristina Fernández.| Foto archivo - Abi Agencia

TAMBIÉN CONFIRMA LA LLEGADA DEL PRESIDENTE CORREA A BOLIVIA
Ministro Quintana anuncia viaje de Evo a Argentina

Por Efe - Agencia - 29/09/2013

LA PAZ |

El Gobierno confirmó hoy la llegada al país esta semana del mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, y anunció que el presidente Evo Morales viajará en los próximos días a Argentina.

En entrevista con los medios estatales, el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, indicó que el canciller, David Choquehuanca, realiza los preparativos para recibir a Correa el jueves 3 de octubre.

Agregó que Choquehuanca también "está preparando otros eventos internacionales como la visita del presidente Morales a Buenos Aires la subsiguiente semana", sin dar mayores detalles sobre el motivo del viaje del gobernante a Argentina.

La visita de Correa a La Paz se dará en reciprocidad a la que Morales hizo el pasado 23 de julio y tiene el objetivo de fortalecer la alianza política entre ambos países y discutir sobre los desafíos de la integración, informaron fuentes gubernamentales y diplomáticas.

El gobernante ecuatoriano ya estuvo en Bolivia este año, el 4 de julio pasado, cuando junto a varios de sus homólogos de Suramérica apoyó a Morales tras los incidentes que sufrió su avión en Europa dos días antes, en su retorno desde Moscú a La Paz.

Morales y Correa son miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), bloque también formado por los gobiernos de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Antigua y Barbuda, Dominica, y San Vicente y Granadinas.

Publicado en: