Mientras se disputaban el primer puesto
Hernández, Castro dijo que era la nueva presidenta de Honduras. Lo mismo
hizo el oficialista. El TSE pidió que se mantenga la tranquilidad.
Después de cuatro años desde que el ex presidente Manuel Zelaya
fuera derrocado por un golpe de Estado, los hondureños volvieron a las
urnas para elegir a un nuevo mandatario. Los resultados preliminares del
Tribunal Superior Electoral (TSE) indicaban que el postulante
oficialista, Juan Orlando Hernández, superaba por seis puntos a la
opositora Xiomara Castro, quien al mismo tiempo se atribuía la victoria
en base a encuestas de boca de urna. Sin embargo, la elección quedará
definida cuando el TSE entregue los resultados finales, algo que se
espera suceda hoy.
Según las primeras cifras del TSE, con el 20% de las mesas
escrutadas, el candidato del Partido Nacional, Hernández, llegaba al
34,9%, mientras que Castro, representante de Libertad y Refundación
(Libre) y esposa de Manuel Zelaya, lograba el 28,3 por ciento. En tercer
lugar asomaba Mauricio Villeda, del Partido Liberal, con el 20,9 por
ciento. En cuarta posición aparecía Salvador Nasralla, del Partido
Anticorrupción (PAC), con el 15 por ciento. Los cuatro candidatos
restantes no superaban el 1% de los votos.
Desde un primer momento, los representantes del TSE fueron
precavidos y sostuvieron en reiteradas ocasiones que recién en las
primeras horas de esta jornada se sabrá, de forma definitiva, quién será
el nuevo presidente de Honduras y cómo quedará compuesto el Congreso,
dominado actualmente por el Partido Nacional. Por esa razón, pidieron
que ningún candidato se arrogue la victoria hasta que esa información se
haga pública.
Pese a la advertencia, Castro se declaró ganadora de los comicios
poco antes de que se conocieran las primeras cifras oficiales. "Hemos
actuado con toda la responsabilidad en cada una de las acciones dentro
de Libre. Hemos actuado basados en la ley y con propuestas para el
pueblo nos ganamos su confianza. Según los datos que hemos recibido de
encuestas de boca de urna de todo el país y de las actas que nos han
reportado, puedo decir con seguridad hoy que soy la primera presidenta
de Honduras", aseguró la candidata de Libre.
Castro hacía referencia a algunos de los sondeos que circularon
anoche, como los que difundió la cadena Telesur en base a estimaciones
de Radio Globo, donde la mujer del presidente Zelaya llegaba al 29%,
superando a Hernández, que obtenía el 25 por ciento.
Pese a los temores previos sobre la posible existencia de fraude y
violencia, los comicios se desarrollaron con tranquilidad. Desde bien
temprano, miles de votantes acudieron a votar masivamente no sólo para
elegir presidente, sino también 128 diputados y 298 alcaldes. De hecho,
el horario del cierre de votación, que se había previsto para las 16
(hora local), debió extenderse una hora más por el alto nivel de
participación, según dijo el presidente del TSE, David Matamoros.
Los distintos candidatos votaron en diferentes puntos del país.
Hernández, que centró su campaña en la propuesta de militarizar las
calles para solucionar los problemas de inseguridad existentes en el
país, ejerció el sufragio en el departamento de Lempira, su bastión
electoral, y se manifestó "contento y alegre" por la masiva
participación electoral.
Su principal rival, la opositora Castro, votó en el departamento de
Olancho, bastión de la familia de su marido Manuel Zelaya, quien
también sufragó en el mismo centro. La candidata de Libre, que en estas
elecciones buscó desafiar el bipartidismo nacionalista y liberal con un
discurso progresista y centrado en la unidad latinoamericana, prometió
que de triunfar en los comicios construiría "una democracia
participativa" donde todos los sectores sean tomados en cuenta.
Urnas rigurosamente vigiladas
Las elecciones de Honduras fueron una de las más vigiladas de la
historia. Más de 800 observadores internacionales de la Unión Europea
(UE), los Estados Unidos, la ONU, la Organización de Estados Americanos
(OEA) y distintos referentes de la región, como el ex presidente
paraguayo Fernando Lugo, siguieron los reñidos comicios con el objetivo
de garantizar su normal desarrollo.
La presencia de los observadores fue una de las herramientas
utilizadas por el Tribunal Superior Electoral (TSE) para alejar las
sospechas de fraude y cualquier otro tipo de oscura maniobra electoral.
“Es indudable que existe una creencia sobre la irregularidad del proceso
electoral debido tanto a prácticas como percepciones al respecto”,
explicó José Antonio de Gabriel, subjefe de la Misión Electoral de la UE
en Honduras, uno de los encargados de verificar internacionalmente los
resultados.
A esto se sumó la militarización de las calles y los centros de
votación. El presidente hondureño Porfirio Lobo Sosa dispuso que 14 mil
miembros de las Fuerzas Armadas se encargaran de dar seguridad,
transporte y custodia a las urnas durante toda la jornada electoral.
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