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sábado, 30 de noviembre de 2013
Para la ciencia y el turismo, reabren El Shincal, "la Cuzco de Argentina", por Gustavo Sarmiento (para "Tiempo Argentino" del 30-11-13)
Arriba : El Shincal, en Catamarca, fue la capital meridional del Imperio Inca.
Se encuentra a 1300 metros de altura, a 280 kilómetros de San Fernando del Valle de Catamarca. Fue la capital meridional del Imperio Inca, a mediados del siglo XV. Lo pondrán en valor para su estudio y los visitantes.
A unos 280 kilómetros al noroeste de San Fernando del Valle de
Catamarca, surgen entre los cerros pardos bañados por el sol las ruinas
de El Shincal. "La Cuzco de Argentina", la definen las autoridades que
hoy lanzarán en el Museo Nacional de Bellas Artes su puesta en valor,
coordinada en conjunto entre la Gobernación de Catamarca, el CONICET, el
Ministerio de Turismo y el de Ciencia, Tecnología e Innovación
Productiva.
Por su ubicación estratégica y su imponente arquitectura –señalaron–,
se trató de la capital meridional del Imperio Inca. "Es uno de los
primeros centros incaicos de toda Latinoamérica, de mitad del siglo XV.
Lo que pasa es que estaba oculto, se descubrió hace relativamente poco,
en un valle rodeado de montañas. Hoy ves los vestigios de esa
civilización y te impresiona, te da sensación de que estás rodeado de
vida, notás un centro enérgico importante", comentó a Tiempo Argentino
la directora de la Casa de Catamarca, Yanina Martínez.
El Shincal de Quimivíl se encuentra en el departamento de Belén, al
extremo meridional del valle de Hualfín, a menos de 10 kilómetros de la
localidad de Londres y a unos 1300 metros de altura, entre el río
Quimivíl y el río Hondo. Estuvo habitado durante casi un siglo, hasta
aproximadamente 1536, con un trazado urbano similar al de Cuzco, como
capital provincial y de rol estratégico en el camino del Inca entre el
norte y la zona de Mendoza. Hasta 1981 estuvo tapado por los arbustos
"shinki", casi olvidado, hasta que el doctor de la Universidad de La
Plata, Rodolfo Raffino, dio con él y retomó los estudios del lugar, en
1978. Aún hoy sigue trabajando con su equipo de arqueólogos en el lugar y
supervisando el avance de las investigaciones y los hallazgos que
siguen reproduciéndose. La puesta en valor del sitio se realizará bajo
las normas y la información de Raffino, también miembro del CONICET.
Según detalló a este diario, parte de sus investigaciones fueron
financiadas por subsidios de la National Geographic Society, otorgados
en 1984, 1991 y 2001.
"Es el sitio arqueológico, desde el punto de vista incaico, más
importante de la Argentina. Es una pequeña reproducción a escala más
chica de lo que sería Machu Picchu, y está en permanente crecimiento",
destacó a Tiempo el licenciado en museología, Carlos Fernández Balboa,
que trabaja junto a Raffino y su equipo multidisciplinario en la puesta
en valor del sitio y el montaje del museo. En estos años las doctoras
Aylen Capparelli y Verónica Lema también elaboraron un herbario de la
zona, para conocer las plantas utilizadas por los Incas, identificando
una veintena de especies, algunas de ellas medicinales, con sus
diferentes funciones en la comunidad, y reconocieron procesamientos
posteriores a la cosecha en el uso prehispánico de algunos de sus
recursos alimenticios, como el maíz y el algarrobo.
"El sitio permite comprender el desarrollo del mundo incaico en la
Argentina, y cómo su camino tiene un lugar paradigmático dentro de
nuestro país, para poder mostrárselo al turismo y poder hacer
investigaciones que permitan entender un poco mejor cómo era el imperio
incaico que llegó a nuestro país. Uno quizás lo vincula más a Perú o a
otros lugares, pero difícilmente imagina que ese sitio puede estar en la
Argentina. Es el país que no miramos", agregó Balboa.
Tras 12 años de trabajos, el grupo de arqueólogos pudo determinar el
"ushnu", que los incas colocaban en las plazas de las principales
ciudades que construían: un altar donde presidían las ceremonias más
trascendentes del calendario ritual. Es de los más grandes de la parte
sur. También dieron con las "kallankas", grandes construcciones que
podían utilizarse como viviendas comunales, refugio de guerreros y
peregrinos o fábricas de elementos textiles. En una de ellas, que
perteneció a estamentos altos de la sociedad, hallaron restos de maíz y
de carne de camélidos, a diferencia de otra habitada por clases
inferiores, probablemente albañiles, en la que los restos daban cuenta
de una dieta compuesta por animales de caza.
Los dos cerros de veintena de metros que la circundan eran usados
como altares ceremoniales y rituales agrícolas, a los que se llegaba a
través de escalinatas de piedra. Los solsticios de invierno y verano,
asociados a la siembra y la cosecha, eran las principales festividades.
La calidad de los 100 edificios, el espacio para las reuniones masivas,
los numerosos galpones de almacenes, la diagramación de la urbe de unas
21 hectáreas con la plaza central, las colinas amuralladas, las atalayas
y corrales, y el camino del Inca, dan cuenta de su importancia como
centro político, religioso, militar y económico, de los más importantes
de todo el Tawantinsuyu. Mientras en otros sitios incaicos radicados en
la Argentina se encontraron no más de un 8% de alfarería incaica, aquí
supera el 40 por ciento. También se vislumbra las avanzadas técnicas de
cultivo e ingeniería, con un acueducto de casi 3 kilómetros que
suministraba agua a la población desde el río Quimivíl.
Shincal caerá ante la invasión y conquista de las expediciones
españolas, a cargo de Diego de Almagro, quienes usaron en gran parte los
caminos del inca construidos un siglo atrás, pero aún hoy quienes pisen
el suelo rocoso sentirán el aire de los cerros, el sol, los ríos y los
vientos, los arbustos y animales, los espíritus y las escenas que
supieron ser cotidianas para una numerosa población siglos atrás, cuya
historia y cultura merecen ser conocidas.
Audiovisual
Con la presencia de diversas autoridades nacionales y provinciales se
realizará hoy a las 20, la presentación de la proyección audiovisual
Shincal, la Huella Inca, en el Museo Nacional de Bellas Artes, en Av.
Del Libertador 1473.
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