sábado, 14 de junio de 2014

UN NUEVO ALCA SE NEGOCIA EN SILENCIO, por Itai Hagman (para "Rebelión" del 16-05-14)


Un nuevo ALCA se negocia en silencio



A pesar de su importancia estratégica para América Latina y su impacto de magnitudes en el plano económico y político en nuestros países, las negociaciones de un acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur no están presentes en la agenda pública. El regreso del “libre-comercio” como fórmula de integración al mundo “desarrollado” reaparece a casi diez años del rechazo al ALCA en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata en 2005. Así como aquel hecho reflejó un cambio político positivo en la región luego de las rebeliones populares y la crisis del neoliberalismo, la posibilidad de este nuevo acuerdo expresa tendencias de cambio en un sentido regresivo.
El escenario internacional

Lo primero a señalar es que el contexto en que avanzan las negociaciones para el acuerdo UE-Mercosur es el de la continuidad de una importante crisis económica internacional de la que no se percibe el final, y cuyo epicentro hoy está en Europa. Producto de ella, en algunos países del Viejo Continente los índices de desocupación superan los dos dígitos, sobre todo entre mujeres y jóvenes; los sistemas financieros fueron “auxiliados” por los Estados con salvatajes millonarios pero continúan quebrados y se suceden fuertes convulsiones sociales frente al desarme de las viejas conquistas de los Estados de bienestar. En última instancia todos estos hechos son fruto de transformaciones a nivel global del capitalismo.
En segundo lugar y como consecuencia de estas modificaciones a escala planetaria, en las últimas décadas se vieron cambios significativos en el comercio internacional. Si bien el nivel de concentración del comercio no ha variado, ya que los diez países principales concentran el 50% del intercambio global, sí se ha modificado sensiblemente la composición de estas potencias, fundamentalmente con la incorporación de China (hoy principal exportador del mundo) y de Corea del Sur. Aunque estos países no tienen capacidad, al menos por el momento, de disputar la hegemonía mundial, constituyen un obstáculo serio para los intereses de las viejas potencias europeas y de los Estados Unidos.
En tercer lugar y vinculado a esto último tenemos el fracaso de las discusiones en la Organización Mundial de Comercio (OMC) para liberalizar el comercio internacional, producto de los intereses encontrados entre las distintas economías. Luego de la virtual disolución de las “Rondas de Doha” durante el 2013, producto de la falta de acuerdo tras más de diez años de negociaciones, se buscan salidas alternativas.
En este contexto se enmarca no sólo la discusión de un tratado de libre-comercio entre el Mercosur y la UE sino también entre esta última y los EEUU (“Acuerdo Transatlántico sobre Comercio e Inversión, ATCI), lo que implicaría una suerte de triangulación en el eje de occidente que podría funcionar como barrera para la penetración China en la región. Por otro lado, si bien en el plano latinoamericano el proyecto del ALCA fracasó, EEUU motorizó la “Alianza del Pacífico” que integra a Chile, Colombia, Perú y México y desde donde se viene avanzando en los planes de liberalización del comercio internacional con Asia, Norteamérica y Europa.
El acuerdo y sus consecuencias para América Latina
Si bien la Unión Europea conserva el status de principal socio comercial del Mercosur, tanto en destino de exportaciones como en fuente de nuestras importaciones, y continúa siendo el principal inversor extranjero de la región, su peso en ambos rubros viene disminuyendo en los últimos años cediendo terreno al competidor asiático. La relación comercial no es diferente a la que signó toda nuestra historia. Mientras que nosotros les vendemos productos primarios y derivados (en nuestro caso fundamentalmente agro-industriales) ellos nos venden maquinarias e insumos para la industria. Simétricamente nuestros países cobran aranceles contra la importación de productos industriales, mientras que los europeos los establecen a las materias primas. La misma situación ocurre en materia de subsidios, en donde Europa destina unos 50 mil millones de euros anuales para apuntalar su producción primaria.
Las razones de esta situación son de larga data e incluyen tanto elementos económicos como de dominio político. Lógicamente la eliminación recíproca de aranceles entre el Mercosur y Europa, en lugar de modificar las características de esta relación comercial asimétrica, la profundizarían, es decir que nuestras exportaciones se primarizarían aun más y nuestra dependencia de bienes de capital, de insumos y tecnología se haría aún más elevada.
Pero el peligro es mayor, ya que avanzar en un acuerdo de libre comercio con Europa podría ser el primer paso para realizar acuerdos de esta naturaleza con otros bloques comerciales dominantes y de manera directa o indirecta, con Estados Unidos. De hecho no habría razón para hacerlo sólo con la Unión Europea pero rechazarlo frente a otras potencias, lo que implicaría una apertura total de las economías del cono sur, en correlaciones de fuerza de suma debilidad. En definitiva, nada demasiado diferente a lo que habría ocurrido con el ALCA en caso de prosperar a principios de siglo.
La teoría económica liberal plantea que acuerdos de esta naturaleza son favorables porque aumentan las exportaciones y por ende la producción, lo que sería beneficioso para el empleo y los ingresos. Sin embargo la expansión que viene aparejada por los acuerdos de libre comercio se reduce a las actividades “competitivas”, que en nuestro país son las agro-industriales, las cuales generan muy poco valor agregado, empleo e ingresos. Por el contrario, la contrapartida de inundación de productos manufacturados de origen europeo perjudicaría la incipiente y débil producción manufacturera local empeorando los niveles de empleo e ingreso, además de potenciar las presiones al desequilibrio de las cuentas externas.
Lo que tampoco asume la teoría económica liberal es que en la actualidad del mundo capitalista globalizado, más de la mitad del comercio internacional es intra-firma. Esto significa que en lugar de intercambio de bienes producidos entre distintos países que pueda generar beneficio para ambas partes, se trata en realidad de la integración de empresas trasnacionales que diversifican su producción en distintas economías aprovechando las ventajas de cada una para reducir sus costos. En consecuencia un acuerdo de libre comercio en lugar de mejorar el intercambio comercial entre países, simplemente abarataría los costos de las empresas perjudicando a los Estados y por tanto facilitaría las estrategias globales de las multinacionales en nuestro continente.
Según los pocos transcendidos mediáticos el Mercosur (exceptuando a Venezuela) avanza en esta discusión impulsada fundamentalmente por Brasil y llegaría a hacer una primera propuesta a la Unión Europea en el mes de junio de 2014. Argentina, que se venía oponiendo a esta posibilidad ahora se muestra más abierta. El silencio absoluto con el que estas negociaciones se están manejando no resulta sorprendente, ya que contradicen el espíritu con el que se rechazó el ALCA. En lugar de abrir una discusión con el conjunto de la sociedad en relación a este tema, se intenta avanzar sin que nadie se entere. Esto es lo que denuncian los Movimientos Sociales hacia el ALBA, protagonistas diez años atrás del rechazo del ALCA.
En este marco resulta aun más urgente comenzar a instalar este tema en la discusión y generar conciencia de la importancia que tiene para el futuro del pueblo argentino y latinoamericano.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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Más información en:

“Podría ser un acuerdo parecido al ALCA”, entrevista de Emiliano Guido a Diana Tussie

Miradas al Sur. Año 7. Edición número 310. Domingo 27 de Abril de 2014




domingo, 1 de junio de 2014

LAS NUEVAS CONSTITUCIONES, por Osvaldo Drozd (para "Miradas al Sur" del 01-06-14)


Las nuevas realidades económicas, políticas y sociales que atraviesan Latinoamérica se expresan también en las configuraciones del ordenamiento jurídico-político que –a favor del auge de los movimientos y gobiernos de raigambre popular– apuntan a cambiar sistemas anclados en estructuras basadas en el privilegio y la opresión.


 
Hoy se habla de seguridad jurídica, pero hacerlo sólo en referencia a los derechos empresariales resulta una muy burda simplificación, ya que esa seguridad es un atributo que les corresponde a todos los ciudadanos de un país. La existencia del movimiento no garantiza el cambio, ya que las estructuras poseen una entropía propia que les garantiza su reproducción al infinito, pero siempre en el movimiento es posible avizorar elementos de ruptura que podrían prefigurar un nuevo ordenamiento. De eso se trata en un proceso de transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales, de encontrar esos puntos de fuga, para diseñar no solamente una nueva forma, sino encontrar una que se adapte a los nuevos contenidos que surgen de la cambiante realidad, y a su vez les den perspectiva en el tiempo. Lo nuevo siempre se abre paso contra la resistencia de los viejos moldes, que aunque estén atrasados temporalmente en cuanto a su validez, se amparan en la Letra.
Una Constitución o Carta Magna es la principal Ley de Estado, es la que determina la organización del mismo, de sus atribuciones, de sus límites, y a su vez la que establece tanto los derechos como las obligaciones de los sujetos en la sociedad. Una Constitución en las actuales sociedades dictamina la distribución de poderes, y si bien muchos afirman que son pocos los que de hecho conocen a esa Letra, todo el andamiaje de la sociedad política está determinado por ella y por la sobredeterminación ideológica que la fundamenta.
La Letra Constitucional contiene la totalidad o casi la totalidad de las normas básicas del aspecto relacional de todo el cuerpo social. Siempre habrá elementos que permanecerán por fuera de lo escrito, pero forman parte de lo consuetudinario, es decir que se asientan principalmente en el sentido común imperante. Lo deseable sería que dichos elementos no escritos encuentren los significantes que los representen ante el Otro social. El modelo de constituciones plurinacionales (Bolivia y Ecuador) resulta un ejemplo válido al respecto, donde las mayorías y minorías siempre postergadas, alcanzaron a ser incorporadas como sujetos de pleno derecho. Según el jurista francés Adhémar Esmein, la Letra garantiza la certidumbre jurídica.

 "La Ley es producto de relaciones de fuerza”, le escuchó decir quien escribe al ya desaparecido abogado León Toto Zimerman. Esta definición del fundador de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) si se quiere, resulta compatible con aquel postulado foucaultiano de que el poder produce efectos de verdad, y que ambos están imbricados dialécticamente. De tal forma, no es una Ley la que podría cambiar las relaciones de fuerza, ya que si no existen condiciones favorables para ello, las leyes aparecerán siempre como un dato inobjetable, comparables a una ley divina o natural. Las leyes que favorecen a los pueblos son conquistadas con sus luchas. En algunos casos, por aspectos temporales que obedecen a la inercia, lo legal no resulta acorde a lo que sucede en una sociedad. Se encuentra desactualizado. Poder percibir esa diferencia para transformar al aparato jurídico político es una tarea que, en algunos países de la región, resultó de suma importancia para que los cambios quedasen institucionalizados. Si en algún momento fuera factible un retroceso, eso tendría que conllevar también una ruptura del orden constitucional.
Hoy, a partir de una nueva realidad política y social que atraviesa la región latinoamericana, sin la existencia de una nueva institucionalidad que le dé un marco jurídico- político a las nuevas experiencias, tanto gubernamentales como las que conciernen a los movimientos sociales –configurando un nuevo Estado–, sería improbable alcanzar un punto de no retroceso a estadios anteriores. Al asumir Hugo Chávez la presidencia de Venezuela en 1999, una de las primeras medidas que impulsó fue la reforma de la Carta Magna de su país, y posteriormente sucesivas enmiendas. Tanto en Bolivia como Ecuador, los gobiernos de Evo Morales y Rafael Correa, respectivamente, también impulsaron asambleas constituyentes para constituir sendas constituciones políticas de Estado. Lo hicieron a poco de asumir en sus gobiernos, principalmente para darles un marco institucional a los procesos de cambio que en ambos países fueron previos a la llegada al gobierno. Habiendo asumido en enero de 2006, Evo Morales dio pie ese mismo año a la conformación de la Asamblea Constituyente, mientras que Rafael Correa lo hizo también el mismo año de asunción, en 2007.
Ambos países venían desde inicios del nuevo siglo en procesos de gran inestabilidad política, con recambios obligados en las gestiones presidenciales, donde además se producía un acelerado proceso de luchas sociales y demandas populares que debían encontrar forma en nuevas constituciones políticas de Estado, en las cuales debían quedar expresadas esas demandas de manera positiva. Este hecho no fue fortuito ya que tras el derrumbe del neoliberalismo en la región, se debía avanzar en un nuevo proceso constituyente, ya que desde 1989 se había producido en el mundo, toda una arremetida de los Estados Unidos en propiciar no solamente nuevas constituciones acordes a la existencia de un mundo unipolar en el cual se desarrollara libremente el paradigma del libre cambio y la libre empresa, sino también reformas constitucionales acordes al consenso de Washington. En la Argentina, la reforma del ’94 fue una muestra sumaria de ello.
Las cartas otorgadas. Por definición, una Constitución Política de Estado es la norma jurídica suprema positiva que rige la organización de un Estado, estableciendo: la autoridad, la forma de ejercicio de esa autoridad, los límites de los órganos públicos, definiendo los derechos y deberes fundamentales de los ciudadanos y garantizando la libertad política y civil del individuo. También rige la relación del Estado y el conjunto de los ciudadanos, con las empresas privadas. Es importante señalar esto último ya que a partir de la desregulación del Estado propiciada por el neoliberalismo, las enmiendas constitucionales debían permitir el “vale todo” empresarial, aunque de esa forma perdieran derechos tanto los trabajadores como los consumidores.
Según desarrollara Tiberio Graziani, director de la revista Eurasia de estudios geopolíticos, tras el desmoronamiento del mundo bipolar, Estados Unidos reforzó su rol de “constructor de naciones libres”. Proclamándose Nation and State Builders, los Estados Unidos interfirieron en la elaboración de las actas fundamentales de los nuevos Estados nacionales, que surgieron gracias a la deflagración del ex bloque soviético. Este tipo de intromisión no se presentó como si fuera una novedad en la historia de la política exterior norteamericana, sino que fue una constante suya a lo largo de todo el Siglo XX. En el mismo marco, Estados Unidos reforzó su tutelaje en diferentes puntos del planeta y promocionó reformas constitucionales. En Latinoamérica esto fue bien patente. Según Graziani, estas modificaciones son comparables a las “cartas otorgadas”. Las mismas –propias del tiempo medieval– son aquellas constituciones en cuya conformación y redacción no participa el pueblo por medio de los ciudadanos ni por medio de sus representantes, sino que es el rey o el órgano gobernante, generalmente ejecutivo, quien tiene el derecho de “acordar” al Estado las formas de organización y conformación que considere necesarias y convenientes, concediendo al pueblo y a los ciudadanos los derechos y garantías que estime apropiados para ellos y su misma autoridad.
Graziani, quien es un acérrimo promotor de la multipolaridad, y que considera como muy importante en el tablero geopolítico mundial el desarrollo de la integración latinoamericana –como uno de los elementos clave para el avance de la desarticulación efectiva de la unipolaridad–, afirma que “en el proceso de transición desde la fase unipolar hacia la fase multipolar se hace necesaria la formulación de nuevos paradigmas constitucionales articulados continentalmente”, debido a que en el marco de las relaciones geopolíticas mundiales, “las constituciones nacionales de los Estados no hegemónicos de hecho son ordenanzas jurídicas parecidas a las cartas otorgadas del Ochocientos, es decir, simples concesiones”, asegurando luego que “todo ello pone en evidencia, una vez más, que la dimensión del Estado nacional es insuficiente para asegurar la independencia y aun la identidad cultural de la población de la que es expresión política. Puesto que en la actualidad la dimensión geopolítica posee la capacidad suficiente de satisfacer las exigencias de los pueblos, desde una perspectiva continental (o gran regional), resulta importante proponer modelos constitucionales que tengan en consideración este hecho extraordinario. Y no sólo por razones heurísticas. De hecho, estos nuevos paradigmas –basados en la dimensión continental del Estado–, constituirían las guías para hacer más incisivas y coherentes las alianzas (geoestratégicas y geoeconómicas) hasta ahora impulsadas por los mayores países de Eurasia y de América Indiolatina, con el objetivo de la integración de los respectivos espacios continentales”.
Estas apreciaciones del sociólogo italiano no son ajenas al desarrollo de las diferentes herramientas de integración que hoy se hacen presentes en la región. Por lo contrario, Graziani nunca deja de señalar el rol capital que cumple un organismo como es la Unasur.
Una nueva institucionalidad. En los diferentes procesos constituyentes de Suramérica, además de debatir los derechos de todos los ciudadanos y la autonomía nacional, hay un aspecto esencial que es el referido al cuidado del medio ambiente y sobre todo a la protección de los principales recursos naturales. Las grandes corporaciones internacionales, a través de sus medios afines de comunicación, siempre silenciaron lo más importante de las nuevas Cartas Magnas para realizar una feroz crítica a lo que llaman “hiperpresidencialismo”. Como si las respectivas reformas hubieran sido hechas exclusivamente para perpetuar a los gobernantes.
“Única. Juró sobre esta moribunda Constitución. Juro delante de Dios, juro delante de la Patria, juro delante de mi pueblo que sobre esta moribunda Constitución impulsaré las transformaciones democráticas necesarias para que la República nueva tenga una Carta Magna adecuada a los nuevos tiempos. Lo juro” dijo Hugo Chávez al asumir su primera presidencia en febrero de 1999. Ese mismo año se desarrolló la asamblea constituyente que promulgaría una nueva Constitución el 15 de diciembre. De esta forma, pocos días antes de culminar el siglo, Venezuela produjo su refundación como república, constituyéndose así la República Bolivariana de Venezuela como “una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para ésta y las futuras generaciones”.
La experiencia venezolana abrió un proceso que luego sería casi como un factor común en todo el continente. Sin dudas, un rol paradigmático fue el que inició Hugo Chávez al llegar a Miraflores. Tras llegar al gobierno, tanto el dirigente campesino e indígena Evo Morales como su par ecuatoriano Rafael Correa se hicieron eco del ejemplo del comandante bolivariano, y tras varios años de luchas de los pueblos ecuatoriano y boliviano, ambos mandatarios se propusieron institucionalizar los procesos de cambio social que previamente venían desarrollando los sectores populares de ambos países.
Lo significativo de los procesos constituyentes tanto en Bolivia como en Ecuador fue la gran participación de masas, entre las cuales se destaca la de los pueblos originarios de ambos países, que lograrían institucionalizar constituciones políticas de un Estado que ahora se proclamaba plurinacional, multiétnico y partidario del Buen Vivir.
Sumak Kawsay, Suma Qamaña. Buen vivir no implica el goce indiscriminado de todos los placeres conocidos: comer, beber, dormir o tener sexo, sumando a todo ello el consumismo extremo; sino como una propuesta colectiva que se ajusta a la armonía con los otros, y a su vez con el medio ambiente, con la tierra.
El Sumak Kawsay, en el quechua ecuatoriano implica principalmente ni un mejor ni un peor vivir que el resto de la comunidad. También sugiere el eludir la prisa que lleva a querer mejorar obsesivamente nuestro pasar. Vivir en consonancia con los otros, y sin desvivirse por mejorarla, son sus principios fundantes.
El Suma Qamaña en el aymará boliviano posee una significación más colectiva y podría ser traducido como un buen convivir, como una sociedad buena para todos y en completa armonía.
El Sumak Kawsay fue incorporado a la nueva Constitución ecuatoriana de 2008 donde se enuncia que: “Se reconoce el derecho de la población a vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, que garantice la sostenibilidad y el buen vivir, sumak kawsay”, mientras que en la Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia de 2009 se escribe que: “El Estado asume y promueve como principios ético-morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama Hulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y ahavai ñan (camino o vida noble)”.
Ambas constituciones plurinacionales se pronuncian por una ética que rastrea en las culturas autóctonas que fueron diezmadas por los conquistadores. Una iniciativa que plantea desde la misma tierra, encontrar una manera de relacionarse con los otros y con el medio, diferente a la que fue impuesta y que aún hoy resulta difícil desembarazarse de ella. Precedentes como los de Ecuador y Bolivia son mucho más que un buen aliciente.

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martes, 13 de mayo de 2014

Política y quantum mediático, por Conrado Yasenza* (para revista "La tecl@ Eñe")

 

Opiniones escuchadas, oídas, leídas en los últimos meses, días, horas, dan cuenta de una editorialización que impregna la vida cotidiana como una especie de emanación mediúmnica  mediante la cual los ciudadanos forman algo parecido a sus representaciones del mundo real. Quizá sea el secreto más preciado que esconde el oficio periodístico, que recobra bríos que permanecieron en estado de latencia para “pasar al frente” en su pelea por los difuminados espacios de poder; membranas que rodean al núcleo para excluirlo. Hay ruidos, demasiados, y aturden. Esos aturdimientos favorecen un clima en donde lo espectacular es un valor en sí, preciado y sobrevaluado. El retorno de aquello que nuca se fue, el predominio de lo televisivo que entiende la política como un espectáculo, y es entonces que a esos sets de potentes luminarias y refrigeraciones que perecen no descansar nunca, acuden políticos, encuestadores, sociólogos- encuestadores, opinólogos, políticos casi en retirada, otros retirados hace tiempo, y también momias políticas. Estamos, o nunca nos fuimos, en la era del  Homo Videns, esa relevancia de la  mercadotecnia moderna, las extensiones gráficas de la videopolítica  constituida en paradigma de la política contemporánea. La televisión como el principal medio de comunicación entre el ciudadano y el político. Un subproducto del imperio del marketing que indica qué mide y qué no socialmente. El pueblo soberano opinando acerca de todo, con el control remoto en la mano, un ojo puesto en la computadora, celular (android), tablet o el dispositivo con que cuente. Un ciudadano orwelliano, observador y observado, informado y editorializado minuto a minuto. ¿Y la prensa gráfica? Corre detrás del avance de la técnica, de las conectividades, de internet, del poder de llegar a millones. Trata de adecuarse para ir reemplazando plataformas. Titulares bien gancheros y copetes seductores para estar “informados” rápidamente; cuerpos de notas excesivamente jibarizados. Un periodismo subsidiario de Neustadt y los 90 que , como decíamos ayer nomás, entiende la política como espectáculo que hay que vender porque de lo contrario no se come, en el plano del chiquitaje, ni se sostienen, en un plano global, las grandes corporaciones que condicionan la microfísica del poder en quantum paradojal  cada vez más concentrado.



Y sólo nos estamos refiriendo aquí a aquellos ciudadanos que medianamente se informan. El panorama en el universo de compatriotas excluidos de un menú variado de opciones informativas, complejiza la situación de orfandad ante el poder de distorsión y desinformación. 



Allí tal vez resida esa originaria imbricación entre la política y el periodismo como batalla ideológica constante y de variaciones que hacen posible pasar de un estado discreto a otro espectacularizado, sin perder su potencia  de sistema físico y político. Allí, en esa enredadera que se enamora de los muros y que enamora a través de ellos,  la política es expuesta en su dimensión de luz y oscuridad, de representación y corporativismo. Algo un poco más complejo: La política, cuando su sujeto es el Estado, tiene fenómenos de participación y de representación que nada tienen que ver con el purismo y que dejan siempre afuera a alguien. Dice el periodista Martín Rodríguez: El periodismo que basa su éxito de modo exclusivo en exponer las miserias de la política, atenta contra la sociedad civil, a la cual dice defender. Bien, el problema es que ese es el periodismo que impera, esa constelación rara que combina lucha ideológica, rosca política, mucho dinero en pocas manos, lo que equivale a decir mucho poder en unidades mínimas de comunicación que de tan mínimas se unen. Esto quiere decir también estructuras comunicacionales que se arman y desarman según cómo soplen los vientos de los ciclos políticos y el conteo de los votos en un truco de resultado incierto. Conglomerados informativos que dependen mucho de esa partida. Los clarines pueden tocar diana nuevamente, o pueden volver a ser amigables y en ese retruécano de idas y venidas ya algunos jugadores hacen sus apuestas. Porque se sabe desde hace más de un siglo: El periodismo es independiente sólo del mismo periodismo. No tengo ideales de romancero burgués con respecto a la empresa comunicacional. Es una cuestión de cómo cae la taba. Sí creo en personas que ejercen el oficio con coherencia, dignidad y profesionalismo atravesando los tiempos políticos. Lo demás abarca el dilema de los productos culturales o creativos, llamados industria cultural, integrados al universo global del capitalismo que alitera identidades y subjetividades: "el ruido con que rueda la ronca tempestad".



Este es el desafío frente a la sumisión de la razón y la expresión creativa humana a los cánones de la producción capitalista en serie de, justamente, productos culturales homologados, globalizados y consumibles en cualquier punto del planeta. Releía aquello de "la razón ha devenido en razón técnica e instrumental y con ello nos hemos convertido en seres unidimensionales", consumibles, líquidos, intercambiables bajo la lógica del consumismo capitalista que globalizó la técnica como la nueva razón del ser. ¿Habrá triunfado la racionalidad de la técnica, del cálculo, de la razón que vigila y controla, que reduce la realidad a materia controlable y consumible? ¿Habrá triunfado la razón telemática que supone que la realidad, sus hechos sociales, pueden ser estudiados si son cuantificables, medibles empíricamente? ¿Y cómo pensar estas nociones, desde el concepto de industrias culturales expresado en la gestión del kirchnerismo? ¿Un conjunto de productos con "valor agregado" que sirvan de conductores para el conocimiento del país y desde allí las posibilidades de expansión economicista, o perspectivas de "negocios"? Es preciso navegar estos mares aunque sabemos que los dioses, reunidos en asamblea, decidieron que Odiseo debía volver a Ítaca para advertir a Telémaco que expulsase de su casa a los molestos pretendientes de su madre. 



Y entre tanto, en el fragor de reyertas, escaramuzas y batallas culturales, ideológicas, periodísticas, los límites de las prácticas reales del oficio se empantanan en esa voz que es el ruido con que rueda la ronca tempestad. Quedan los debates para cuando la estrategia y la oportunidad así lo permitan. Dar dos pasos hacia atrás para luego avanzar uno. En el camino vemos cómo las instalaciones hacen de zonda que rastrea el humor social, ese humor tan emparentado con el sentido común – siempre me gustó esa voz popular que dice: el peor de los sentidos -, ese que esconde bajo la alfombra el leviatán que llevamos dentro, ese que aconseja hacerse amigo del juez, ese que odia porque teme, teme demasiado, casi hasta el extremo de la muerte. Odio y temor son las puntas de un lazo que los aparatos comunicacionales unen y amplifican.



Errores de comunicación, omisiones que se convierten en goles en contra, negaciones de realidades que de tanto negarlas estallan en el rostro amigo, en la bandera que se sostiene a pesar de las incomodidades, de las filtraciones, lo resbaladizo de la humedad y el peligro de una niebla que intervino organismos que dejaron de mirar para cuidar.



Están ahí, una vez más, los riesgos de la justicia mediática, esa idea difícil de definir, esa idea que es un hecho por el que espera una imagen construida desde los medios. Esos hechos que indican que a todos nos espera una imagen ya construida. Hechos, datos duros, realidades que se transforman en una imposibilidad de abordajes.  Y la lista es entonces una sábana corta pero que se ensancha: Inseguridad, minería, pueblos originarios, manejo de la deuda y disputas con buitres sin fondo, violencias sociales, despenalización del aborto, reforma tributaria, desconcentración económica, trabajo no registrado y trabajo en negro, expansión de la frontera sojera; esa designación militar que introduce una herida en la historia de los Derechos Humanos, globos lanzados al cielo del temor y el disciplinamiento social sobre jóvenes excluidos; una Universidad de Defensa que se cocina entre intrigas palaciegas. Debates que debemos dar como militantes y como periodistas, observando el clima político y social circulante, que es un clima de permanente campaña electoral hacia 2015.



Ya hemos dicho que no hay purismo en la política, que el clima cultural pone de manifiesto luces y sombras, que saca a la política de la cocina y la exhibe. Incluso a riesgo de espectacularizarla para derrapar en un circo televisivo que minuto a minuto construye su discurso antipolítico y lo esparce a través del más eficaz vector: el sentido común.

No sólo se trata de pragmatismo sino de sostener aquellas banderas levantadas en el 2003. De lo contrario se estará realizando el trabajo que a la derecha le resulta bien fácil de aprovechar y administrar porque opera desde ese vector que inocula miedo e incertidumbre (ya contamos los goles hechos en contra), desde imágenes y discursos ya preconcebidos, o desde la "transferencia de memoria" a nivel global.



El kirchnerismo deberá enfrentar estos debates o de lo contrario una imagen que desde hace tiempo espera, cooptará la potencia de una expresión política transformadora para ordenar la tropa dentro del histórico corsé pejotista para desensillar hasta que aclaré. O no.



*Periodista. Dtor. de la Revista La Tecl@ Eñe http://lateclaene.wix.com/la-tecla-ene



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domingo, 11 de mayo de 2014

UGARTE Y LA SABIDURÍA POLÍTICA DEL PUEBLO





“Los pueblos de nuestra América son, en general, más clarividentes que los grupos que pretenden conducirlos. Sienten las exigencias nacionales desde el punto de vista internacional y se revelan contra la enajenación sistemática que los coloca, en la propia tierra, en la situación de auxiliares, al servicio de otras fuerzas. Lo que algunas veces se ha hecho pasar como protesta de la ‘barbarie’ contra la ‘civilización’ no ha sido, la mayor parte de las veces, más que el grito angustioso de un nacionalismo sacrificado. La reacción n o era en favor del atraso sino en contra de las abdicaciones que nos llevan a imprimir direcciones falsas  a la política exterior o al desarrollo  nacional, interpretando como una victoria el resplandor engañoso de las prerrogativas que entregamos: La juventud, el pueblo, las energías sanas, tienen un misterioso  instinto que las orientan. No es fuerza que las guíen, no necesitan razonar siquiera: ignoran de dónde viene la luz… pero ven".

Manuel Ugarte
En “El destino de un Continente”, 1923

REVISION HISTÓRICA

“Las ciudades de las costas establecieron su dominación sobre los pueblos del interior, como la gente acomodada había impuesto la suya sobre los pobres. Los países se organizaron de manera antidemocrática y las insurrecciones, las montoneras y los disturbios que estallaron constantemente en las provincias, no fueron a veces más que protestas ineficaces y borrosas contra el centralismo y la absorción que debía dar lugar más tarde al desarrollo desproporcionado y anormal de algunas capitales sudamericanas… Los mestizos engrosaron los primeros escuadrones de la independencia, y después de vencer a la metrópoli dieron su sangre a Artigas, Ramírez o Quiroga para mantener en jaque a la tiranía de los puertos y al espíritu absorbente de sus representantes.

Deduciendo sin pasión, leyendo la vida a través de los comentarios que la adulteran o la violan, caemos fácilmente  en la cuenta de que Rosas y Artigas, hombres apasionados y violentos, no hubieran levantado tanta resistencia en una época que precisamente pertenecía a los hombres violentos y apasionados, si no hubieran vivido en lucha con las pequeñas oligarquías locales. Dueñas éstas de los medios de publicidad e inspiradoras de los pocos que por aquel tiempo podían servirse eficazmente de una pluma, se defendieron con entusiasmo, y los dictadores  rojos tuvieron que sucumbir ante el ataque… Pero esos gauchos bravos que habían nacido en momentos en que Europa ardía en la llama de la Revolución y a medio siglo de distancia, con las modificaciones fundamentales que imponía la atmósfera, sintetizaban, de una manera confusa en el Nuevo Mundo, el esfuerzo de los de abajo contra los de arriba. No eran instrumentos de la barbarie. Eran productos de una democracia tumultuosa en pugna con los grupos directores”

Manuel Ugarte
En “El porvenir de la América Española”, 1910

MANUEL UGARTE Y EL SOCIALISMO



"Nacido en el seno de una clase que disfruta de todos los privilegios y domina a las demás, me he dado cuenta en un momento de mi vida, de la guerra social que nos consume, de la injusticia que nos rodea, del crimen colectivo de la clase dominante y he dicho rompiendo con todo lo que me podía retener: Yo no me mancho las manos. Yo me voy con las víctimas"

Manuel Ugarte, en "El Arte y la Democracia", 1905



"La sociedad no estará bien organizada mientras haya gentes que sufran, que carezcan de los indispensable y vendan su vigor por un mendrugo... mientras la mujer sea una  esclava y el obrero, una bestia de labor, mientras junto a la privacíón de los unos, se alce la abundancia de los otros, mientras unos sufran para que otros gocen, mientras unos ayunen para que otros se atosiguen de manjares, mientras las gentes estén divididas en dos clases: una, que vive para consumir y otra para producir, una que vive para divertirse y otra para trabajar, una que no crea nada y disfruta todo, y otra que crea todo y no disfruta nada. "

Manuel Ugarte.

Conferencia "Las ideas del Siglo", septiembre de 1903



"Hasta los espíritus más elevados, que no atribuyen gran importancia a las fronteras y sueñan con una completa reconciliación de los hombres deben tender a combatir en la América Latina la influencia creciente de la América sajona. Carlos Marx ha proclamado la confusión de los países y la razas, pero  no el sometimiento de unas a otras".

Manuel Ugarte en el Diario "El País", octubre de 1901



"Debemos preservar colectivamente, nacionalmente, continentalmente, el gran conjunto común de ideas y tradiciones y de vida propia, fortificando cada vez más el sentimiento que nos une, para poder realizar en el porvenir entre nosotros y de acuerdo con nuestro espíritu, la democracia total que será la Patria Grande de mañana. Yo creo en los momentos por que atravesamos, que el Socialismo tiene que ser Nacional"

Manuel Ugarte

Discurso en la Federación Obrera de El Salvador, 04-04-1912

MANUEL UGARTE Y EL IMPERIALISMO





"No es indispensable anexar un país para usufructuar su savia. Los núcleos poderosos sólo necesitan a veces tocar botones invisibles, abrir y cerrar llaves secretas, para determinar, a distancia, sucesos fundamentales que anemían o coartan la prosperidad de los pequeños núcleos. La infiltración mental, económica o diplomática puede deslizarse nuevamente sin ser advertida por aquellos a quienes debe perjudicar porque los factores de desnacionalización no son ya, como antes, el misionero y el soldado, sino las exportaciones, los empréstitos, las vías de comunicación, las tarifas aduaneras, las genuflexiones diplomáticas, las lecturas, las noticias y hasta los espectáculos".

Manuel Ugarte
En "La Patria Grande", 1922

“Las conquistas modernas difieren de las antiguas en que sólo se sancionan por medio de las armas cuando ya están realizadas económica o políticamente. Toda usurpación material viene precedida y preparada por un largo período de infiltración o hegemonía industrial capitalista y de costumbres, que roe la armadura nacional, al mismo tiempo que aumenta el prestigio del futuro invasor. Por eso, al hablar del peligro yanqui, no debemos imaginarnos una agresión inmediata y brutal que sería hoy por hoy imposible, sino un trabajo paulatino de invasión comercial y moral que se irá acreciendo con las conquistas sucesivas”
Manuel Ugarte
En el diario “El País”, octubre de 1901

COLONIALISMO IDEOLÓGICO

“Los órganos de información gastan sumas fabulosas para tenernos al corriente de cuánto ocurre en Londres, París o Viena y nos refieren con detalles prolijos la vida y las preocupaciones de las naciones de Europa. Como se ocupan, en cambio, muy  poco de América y de sus problemas típicos, la lectura diaria nos ha identificado gradualmente con el ambiente extranjero hasta desplazarnos, por un fenómenos de ilusión, de nuestro propio ser. De esta increíble ficción han nacido europeos a distancia, europeos por cable”

Manuel Ugarte
En “El dolor de escribir”, 1932

Chomsky: Pánico USA sobre Crimea es por la pérdida del control global, por "NoticiasRT" y "Nos Comunicamos" de mayo de 2014



RT – Los principales líderes en EE.UU. están muy preocupados por Crimea, pero esta preocupación es principalmente por el miedo de perder su control global, de acuerdo con un artículo reciente del pensador político y profesor del MIT Noam Chomsky.
La crisis actual en Ucrania es seria y amenazante, tanto que algunos comentaristas la comparan con la crisis de los misiles en Cuba en 1962, señala Chomsky en un artículo publicado en el portal AlterNet.
El analista se refiere además a las ‘líneas rojas’ impuestas por las grandes potencias y que las demás naciones poderosas intentan no sobrepasar, con el fin de no alterar el orden instaurado después de la guerra fría.
“Por lo tanto, el crimen internacional más grave de esta era, la invasión de Irak por EE.UU. y Gran Bretaña, no fue una ruptura del orden mundial porque, aunque no obtuvieron apoyo internacional, los agresores no cruzaron líneas rojas rusas o chinas”, asegura el filósofo.
En contraste, la reunificación de Crimea y la influencia rusa en Ucrania cruzan líneas estadounidenses, dice Chomsky. “En total, las líneas rojas estadounidenses están firmemente plantadas en las fronteras de Rusia. Por consiguiente, las ambiciones rusas ‘en su propio vecindario’ violan el orden mundial y suscitan crisis”, dice el lingüista.
Chomsky afirma que la idea de que Estados Unidos debe “mantener su predominio” porque “la hegemonía estadounidense es la que ha sostenido la paz y la estabilidad regionales”, es un eufemismo que se refiere a la subordinación a las demandas estadounidenses.
El activista hace uso de su habitual ironía para decir que “tal como son las cosas, el mundo opina diferente y considera a EE.UU. un ‘Estado paria’ y ‘la mayor amenaza a la paz mundial’, sin un competidor siquiera cercano en las encuestas. Pero, ¿qué sabe el mundo?”.
Al oír la crítica de Occidente sobre el retorno de Crimea bajo jurisdicción rusa, Chomsky trae a colación un caso que Washington no reconoce: “El control estadounidense de la bahía de Guantánamo, en el sureste de Cuba. Fue arrebatada a punta de pistola a Cuba en 1903, y no ha sido liberada pese a las constantes demandas cubanas desde el triunfo de la revolución en 1959″.
“Crimea pertenece históricamente a Rusia. Cuenta con el único puerto de aguas cálidas en Rusia y alberga la flota rusa, además de tener enorme importancia estratégica. Estados Unidos no tiene ningún derecho sobre Guantánamo, de no ser su monopolio de la fuerza”, enfatizó Chomsky.

Publicado en:
http://www.nos-comunicamos.com.ar/content/chomsky-panico-usa-sobre-crimea-es-por-perdida-del-control-global