martes, 15 de abril de 2014

SE HAN EQUIVOCADO DE PAÍS, por Max Murillo Mendoza (para ALAINET del 07-04-14)






El día jueves 3 de abril por la noche asistí a un foro organizado por la Fundación de Apoyo al Parlamento y a la Participación Ciudadana (FUNDAPPAC), en el hotel Radisson. El tema del foro: “¿Mestizaje o Indianización?”. Invitados especiales como el filósofo liberal de derechas H.C.F. Mancilla y el defensor a ultranza del mestizaje Carlos de Mesa. Todo esto financiado por la institución alemana Konrad Adenauer Stiftung. Al inicio del foro tomando la palabra el ex parlamentario Armando de la Parra, como director de la Fundación, puso un manto de nebulosa y desorientación (muy típico de estos personajes) expresando que los cambios en Bolivia son nebulosos y nada claros. Dudas explicables por supuesto de quiénes se han equivocado de país. Y que pertenecen a esas cúpulas coloniales, racistas, pigmentocráticas y que seguirán debatiendo (para conseguir financiamientos y vivir bien) sus dudas existenciales y clasistas coloniales. Palabras y palabritas para quedar bien ante los financiadores, y seguir en los ritos de la confusión ante lo evidente: que este país no los necesita, que nunca los necesitó y que su presencia es artificial y absolutamente negativa en nuestras historias. Que los resultados históricos de sus manejos del estado republicano, son catastróficos, crueles, de saqueo y expoliación de nuestros recursos. Y su complicidad es definitivamente brutal.

El filósofo Mancilla siguió nomás con su mismo discurso, que escucho hace 20 años y no ha cambiado un ápice, defendiendo con loas y glorias a la civilización occidental. A la modernidad a quién le da todos los triunfos de la existencia humana. Claro, para este filósofo lo poco que han hechos nuestras civilización no tienen crédito ante la magnificencia y gloriosa civilización occidental. Lo nuestro es sólo atraso, cavernario, populista, gesta de grupos incivilizados, salvajes y poco educados. Que no se igualan a los occidentales. Aunque el citado filósofo fue muy pulcro, elocuente, incluso con rima y fino exponente de su posición existencial. En seguida vino Carlos de Mesa. Mucho más frágil intelectualmente, pero más político también. Intentando ganarse a la audiencia de clases altas y medias mayormente, con el argumento de que tenemos nomás que hacer de tripas corazón, para entendernos entre colonizados y colonizadores y hacernos mestizos. Argumentos sin asidero científico e histórico; pero a tanta insistencia de este señor se escuchan por los pasillos de los foros y los encuentros de este tipo.

A fuerza de sangre y pulsaciones de nuestra memoria larga, al menos se ha logrado arrancar este proceso, de manos de esos grupos (que hoy se dedican a especular de esto en fundaciones gringas) racistas y coloniales. Estos territorios que son nuestros desde hace miles y miles de años. Que fueron destruidos y casi aniquilados por las invasiones coloniales. Que nuestros Estados fueron desmontados, nuestras religiones arrinconadas. Desde entonces no tenemos experiencia de Estado. Sino imaginarios republicanos que simplemente han sido continuidades de la colonia. Este proceso es sólo una transición a la plena recuperación de todo lo que nos arrebataron: tierras, religión, ciencia agrícola, Estado, costumbres y filosofía. Lo gringoide y mestizoide debe terminar y superarse. Porque nunca hubo sincretismo ni mestizaje, sino imposición y violencia racial y biológica. En este proceso social, lo mestizo es una posición ideológica de esas castas coloniales para intentar aproximarse a nuestras poblaciones, y seguir manipulándolas políticamente. Esos blancoides racistas se sienten hoy “mestizos”; pero es un disimulo ante su debacle y fracaso político. Siguen siendo tan coloniales y racistas como hace 8 años. Por eso sus dudas de este proceso, y por esos estos debates infantiles ante lo evidente y claro. Se siguen avergonzando de este país, de nuestros ponchos y vestimentas, de nuestras costumbres e idiosincrasias. Son los mismos. No han cambiado en lo más mínimo sus formas de ser y sentir de este país: no es el suyo. Sus imaginarios están en Europa, en Estados Unidos o Canadá. Jamás se sintieron de nuestras culturas. Sus prácticas sociológicas y antropológicas son contundentes: son gringoides y coloniales. Y no podemos exigirles nada, sino que ojalá se vayan de estos territorios.

Al señor Mancilla hay que pedirle que se instruya algo más. Ya no es suficiente su doctorado en Alemania hace siglos. El mundo ha cambiado y está cambiando aceleradamente. Bolivia también ha cambiado. Sus deducciones matemáticas ya no soportan la realidad actual. Occidente es la barbarie más cruel y engañosa. Destruido este mundo por esa civilización, hoy ya piensan irse a Marte u otros mundos donde seguir su desarrollo y progreso destructivo. Occidente es la hipocresía más pulcra y educada, para la destrucción de todos los escenarios posibles. Que su tecnología y ciencia de punta ya no convencen a la humanidad, y que no sirven para mierda cosa ante la creciente hambruna, pobreza, marginalidad de miles y miles de millones de personas. Que por su agresivo desarrollo se ha destruido el hábitat de los animales y el hombre. Y con su ceguera e impunidad les encantan las guerras, la violencia más destructiva e inhumana. Sólo por negocios y ventas de armas y tecnologías de la muerte. Lo demás simples palabras de la diplomacia rancia y pulcra de sus políticos. Y de sus filósofos.

Al señor de Mesa, pues no hay mucho que decirle. Sino esperar que se canse de sus tontas especulaciones sobre el mestizaje. Al menos reconoce que existimos como culturas y pensamientos. E intenta hacernos cruzar ríos de sangre, como los miristas gringoides, para convivir con los colonizadores. Ocurrencias de periodista trasnochado. Y descendiente de español. Ni modo.

La recuperación de nuestros territorios, de nuestros espacios y la resurrección de nuestros Estados y religiones, no tienen precio. No se puede debatir esa evidencia, no se puede debatir y especular sobre nuestras historias. No podemos saltar alegremente la sangre de millones de nuestros ancestros. Eso debería quedar claro. Lo único que tenemos que hacer es preguntarles a esos gringos y gringoides si es que quieren quedarse en estos territorios. Bajo nuestras condiciones de dueños. Lo contrario es también viable y evidente: sólo desearles lo mejor en el regreso a sus tierras y culturas. Fenómeno que ha sucedido en muchos lugares del mundo.

                                                                               
La Paz, 5 de abril de 2014.

Publicado en:

No hay comentarios:

Publicar un comentario